Fue más de una semana la que estuvo cerrado el camino hacia el relleno sanitario en la comunidad de San Luis Boro. Días en los que se acumuló algo más que desechos a la orilla del camino. 

 

Fueron discusiones, señalamientos, supuestos, acuerdos y mucha –pero mucha- falta de criterio los que también se hicieron visibles durante esos días.

 

El final de la historia lo conocemos: un convenio firmado por parte del Ayuntamiento de Atlacomulco y ciudadanos de la comunidad.

 

Pero, ¿de verdad es el final de la historia?

 

 En Tiempos Más Felices 

 

“Único en su tipo a nivel nacional” se mencionaba allá, en el año 2003. Hace 17 años, justo cuando se ponía en marcha el proyecto denominado Relleno Sanitario de Atlacomulco. 

 

En ese momento, ya en d´interés se mencionaban algunas de las características generales y detalles técnicos del sitio. Se mencionaba, por ejemplo, que contaba con 18 hectáreas de extensión, que era el sitio donde confluían los desechos de distintas colonias y –esto es de verdad importante- que era una obra de primera importancia pese a su falta de visibilidad. 

 

Y es que, ¿cuántos atlacomulquenses dimensionan la importancia de este sitio? Si fuera un puente vehicular de uso cotidiano, por ejemplo; o alguna área de esparcimiento en plena cabecera, por supuesto que todos tendrían presente la utilidad del proyecto.  

 

Pero al estar confinado en un punto no poblado, de relativamente difícil acceso y con la “única” funcionalidad de recoger la basura, lo más común es que la mayoría de la población ni siquiera lo tenga en cuenta, a no ser cuando ocurra un incidente como el que vivimos en días pasados.

 

 

Teniendo esto como marco, bajo la presidencia de Juan Antonio Guzmán Sánchez, dando servicio a los 70 mil atlacomulquenses que radicaban en ese momento en el municipio, se echó a andar el Relleno Sanitario sin que le costara nada al gobierno local, ya que fue un proyecto de la empresa alemana Faber, que lo utilizó como trabajo de muestra para ofrecérselo –este sí con costo- a otros gobiernos. 

Y aquella edición 245 (mayo de 2003) de d´-interés concluía con buenos propósitos con respecto al manejo de los residuos y la responsabilidad que los ciudadanos tendrían en el adecuado manejo de los residuos. 

 

Era 2003, claro.

 

La Realidad

 

La imagen no era normal. Bolsas de desechos en cada esquina, por montones, en distintas partes del municipio, indicaban que algo andaba muy mal con el sistema de recolección de desperdicios. 

 

La razón para que esto ocurriera estaba en el desacuerdo que manifestaban vecinos de San Luis Boro, sitio donde se encuentra el relleno sanitario, ya que, acorde a lo expuesto por ellos mismos, en el lugar, pese al beneficio que le proporcionaba al municipio, no se había realizado mayor inversión en apoyo de los habitantes. 

 

Hacia el 22 de enero, habitantes de la comunidad cerraron el camino que conduce al relleno sanitario, aseverando que existía un problema de contaminación en el lugar que se incrementaba por el hecho de que al sitio llegaban desperdicios provenientes de otros municipios. 

 

-La comunidad está olvidada y no recibe beneficios. Lo que solicitamos son cosas muy simples como encementados, agua y drenaje. Cosas que el municipio puede hacer, nada fuera de (proporciones), porque el Bando Municipal dice que el municipio tiene la obligación de sustentar las necesidades de la comunidad. Esto (el cierre del camino) no es decisión de los delegados, es de toda la comunidad, ya no estamos en los tiempos de dejarnos…(sic).

 

Lo anterior fue expresado por uno de los delegados de San Luis Boro, el señor Arturo Cruz Guzmán, y en esas palabras iba implícito el hecho de que no se moverían un centímetro hasta no ver cumplidas sus demandas.

 

Es indiscutible que tenían razón en función del servicio que se brinda a Atlacomulco por parte de San Luis Boro.  También es verdad que todas las comunidades cuentan con el derecho de tener las mismas oportunidades de desarrollo, los bienes o servicios que el resto de las que integran el municipio.

 

En lo que no todos estaban de acuerdo es en el método para conseguir los acuerdos. Después de todo, con el cierre del camino quienes se vieron afectados fueron todos los habitantes del municipio, quienes tuvieron más de una semana de acumulación de desperdicios.

 

Para que quede claro: sus demandas eran irreprochables; es el medio para conseguir ser escuchados lo que generó malestar entre varios ciudadanos, lo que, a final de cuentas, puso su derecho por encima del de la mayoría. 

 

Lentitud

 

En el lenguaje de los juristas existe una frase que implica suponer que un hecho pudo ocurrir, aunque no se crea que en verdad sucedió. La frase es “aceptando, sin conceder…”.

 

Los habitantes de San Luis Boro aseguran que, previo al cierre del camino, buscaron una reunión con el presidente Roberto Téllez Monroy en la que le plantearían sus propuestas y, eventualmente, se firmaría un convenio. 

 

Según su aseveración, nunca se les dio una respuesta a esta petición.

 

Pues bien, aceptando sin conceder que esto así ocurrió –porque, después de todo, a este medio de comunicación no le consta la veracidad de la afirmación-, lo que tenemos es que al Ayuntamiento de Atlacomulco le ganó el tiempo…o la falta de apreciación.

 

Resolver una crisis de este tipo en 8 días significó que se acumulara la presión social sobre ellos. Siendo sinceros, a la mayoría de la ciudadanía no le interesan los problemas que pueda tener el gobierno municipal –ni si estos están o no sustentados en la justicia-, sino que le da prioridad a las soluciones inmediatas.

 

Así, hacia el día 5 del cierre, la situación ya era insostenible. En el mundo real, los montones de basura en las esquinas eran una constante. En el mundo virtual de las redes sociales, el golpeteo era continuo, sin que se acertara a reaccionar a través de un comunicado oficial que expresara, desde el punto de vista del gobierno municipal, qué estaba sucediendo.

 

Como la situación no podía prolongarse, el 30 de enero se reunió el presidente municipal Roberto Téllez Monroy con los inconformes, de lo cual se derivó un acuerdo firmado por ambas partes. En él se asientan 11 compromisos por parte del ayuntamiento y sólo 2 por parte de la comunidad.

 

De los compromisos signados por el ayuntamiento destacan los siguientes tópicos.

 

*Cierre del Relleno Sanitario y saneamiento del paraje denominado como Las Ánimas, donde actualmente se ubica; todo ello en el lapso de un año.

 

*Durante ese año, sólo se recibirán en el Relleno Sanitario los residuos inorgánicos de Atlacomulco, sin aceptar los de ningún otro municipio.

 

*Se dará prioridad en la contratación para personal de limpia a la gente de San Luis Boro.

 

*Del biol y composta generados por el Biodigestor, a los vecinos de San Luis Boro se les entregarán estos insumos de manera gratuita, siempre que acrediten dedicarse a las actividades agrícolas.

 

*Pavimentación de las calles 20 de Noviembre y 16 de Septiembre, así como construcción de guarniciones y banquetas en calle de 5 de Mayo, en San Luis Boro, iniciando, a más tardar, 70 días naturales a la firma del convenio.

 

*Invertir todos los recursos generados por el Biodigestor en la comunidad de San Luis Boro.

 

*Instalar cámaras de vigilancia y colocar personal de seguridad y control, para un oportuno registro de los desechos que se destinan al área.

 

*Abstención de tomar medidas civiles, penales o administrativas en contra de los ciudadanos de San Luis Boro, por el bloqueo del camino hacia el Relleno Sanitario.

 

Lo curioso es que, por parte de los habitantes de la comunidad, sólo se signaron dos compromisos, que son los siguientes:

 

* Permitir el ingreso de desechos provenientes de otros municipios ajenos a Atlacomulco, siempre que estos sean orgánicos y estén destinados al Biodigestor.

 

*Permitir el paso de camiones de recolección hacia el Relleno Sanitario.  

 

El más ligero análisis de este convenio nos muestra que compromete a todo al Ayuntamiento, mientras que la comunidad no establece ningún compromiso que no estuviera ya pactado. 

 

¿Por qué no establecer en el papel que los vecinos no volverían a cerrar el camino, en ningún momento futuro, en perjuicio del resto de la ciudadanía atlacomulquense? 

 

Falta de oficio político, indudablemente.

 

 

Y a todo esto… ¿qué aprendimos?

 

Filósofos, científicos y místicos mencionan que las crisis –sean pequeñas o grandes- cuentan con un aspecto positivo: permiten que se aprenda de ellas y se mejoren las habilidades de quienes las superan.

 

Quizá en lo individual, esto sea un fenómeno más común, pero como cuestión social en Atlacomulco, no parece haber quedado huella de esto en las calles. 

 

Seguimos viendo basura acumulada en las esquinas. ¿Acaso es tan difícil esperar a que pase el camión recolector para sacar nuestros desechos? ¿Nadie se da cuenta del riesgo de que las bolsas recolectoras sean rotas por accidente, con la consecuente derrama en las calles?

 

Y hablando de bolsas, estas siguen mezcladas con desechos orgánicos e inorgánicos, sin importar que la separación ayudaría a todos y disminuiría en gran medida el problema de la basura. 

 

Pocos lo comprendieron durante los días de crisis. Menos personas lo harán cuando se normalizó la situación.

 

Pero eso sí, a la hora de quejarnos…