La desaparición de distintos fideicomisos, a nivel federal, que se utilizaron para la promoción de la ciencia, arte y cultura, ha levantado las más diversas opiniones; mismas que van del aplauso por la supuesta justicia que encarnan, hasta el más señalado rechazo por la indefensión en la que pueden quedar estos rubros.

 

Esto pone de relieve la importancia de fomentar estas expresiones humanas, mismas que, por sí mismas, no necesitan mayor justificación.

 

Pero, si bien la ciencia, arte y cultura, tienen justificaciones de sobra para su existencia, lo que las rodea es lo que, regularmente, está sujeto a discusiones. 

 

En Atlacomulco tenemos el caso del Festival “Muro por Muro”, mismo que se realizó durante el mes de julio y en el que hubo de todo; manipulación, fraudes y desaparición de recursos. 

 

Todo ello con nombre y apellido del autor.

 

 

La punta de la madeja

 

 

Durante la edición 675, publicada por d´interés, se dio a conocer un trabajo de investigación relacionado con la forma en que se desarrollaron y fueron elaborados 25 murales que, supuestamente, se procesaron a lo largo de distintos puntos de la cabecera municipal.

 

 

Hablamos del texto “Murales: lo caro y lo hipócrita”, en el que se daba a conocer que, más allá de las motivaciones artísticas con las que se llevó a cabo este trabajo, el uso de recursos públicos y la contratación de una empresa privada que, según su acta constitutiva, no tiene por objeto el desarrollo del arte; volvían sospechosa la actividad denominada “Festival de Arte Urbano y Ciudad Muro por Muro”.

 

 

Recapitulando en ello, la información oficial estipula que para la elaboración de este evento –que tenía por objetivo “revivir, reinventar y reconectar la ciudad tras las secuelas del COVID-19”- el Ayuntamiento de Atlacomulco firmó un contrato de contraprestación de servicios con la empresa Constructora Interamericana HERMON S. de R.L. de C.V., mismo del que se desprendió la pinta de murales en 18 edificios públicos y 7 casas particulares, d’interés tiene en su poder copia simple del contrato. 

 

 

 

Por todo ello, el Ayuntamiento entregó a esta empresa la cantidad de 402 mil 760 pesos; divididos en los conceptos de 230 mil por mano de obra y 172 mil 760.50 pesos para la compra o renta de materiales. 

 

También se precisó que sería HERMON quien se coordinaría con los artistas a cargo de los murales, brindándoles todos los materiales y recursos necesarios para su estadía, así como el pago por sus servicios.

 

 

En resumen, la responsabilidad del Ayuntamiento de Atlacomulco era, únicamente, entregar el dinero.

 

 

Pero eso sólo fue el detonante. 

 

 

d´interés se acercaron diversos artistas y personal que estuvo involucrado en el proyecto. Ofrecieron brindar toda la información disponible, solicitando a cambio el anonimato, ya que, aseguraron, no desean un conflicto frontal con el responsable del Festival “Muro por Muro”.

 

 

La versión de uno de ellos, aquí va. 

 

 

Historia de un Fraude

 

Es importante destacar que d´interés, antes de realizar este trabajo, constató que, efectivamente, el muralista que brindó el testimonio que aquí se consigna trabajó en el “Festival de Arte Urbano y Ciudad Muro por Muro”, ya que cuenta con las fotografías y documentos que así lo acreditan. Por su parte, este medio de comunicación tiene en su poder copia simple de la cesión de derechos a favor del Ayuntamiento de Atlacomulco, del mural que este artista realizó, documento donde se encuentra su firma autógrafa y copia de la credencial del INE.

 

 

De igual modo, todo lo que expresa en su declaración fue confirmado, posteriormente, por otros 2 muralista más, así como por el funcionario dentro del Ayuntamiento de Atlacomulco que estuvo como encargado del proyecto.

 

 

 

Hecha esta salvedad, aquí van sus palabras:

 

“Como todos los artistas que fuimos, soy uno de los afectados. No tengo problema en dar mi experiencia. Sólo pido que sea anónimo como se acordó. 

 

 

Tengo más de 10 años dedicándome a esto, con estudios que avalan mi experiencia. Cuento con testigos de diferentes medios de comunicación: radio, periódicos y televisión, que le han dado seguimiento a mi trabajo.  He tenido la oportunidad de trabajar en el extranjero, en particular, Alemania, Francia, Bélgica; así como en todo México.

 

 

He participado en distintos festivales, varios de gran prestigio. También he participado en la organización de festivales, lo cual me la da experiencia para saber cómo se hacen las cosas internamente.

 

 

No fue normal lo que ocurrió en Atlacomulco.

 

 

Fui contactado vía redes sociales, todo de manera muy formal y profesional. Originalmente se acordó pagar 10 mil pesos por mi mural, lo cual es nada para el trabajo a realizar, teniendo en cuenta un muro de esas dimensiones, de alrededor de 80 metros cuadrados, además del riesgo de pintar en la calle. Un mural de esos se cotiza en 200 mil pesos por parte de un artista.

 

 

Pero Rafael Monroy presentó el proyecto como un trabajo altruista, donde se hablaba de mejorar la ciudad. Como artista me es importante participar en este tipo de causas. También la calidad de los artistas que iban a acudir es impresionante. Los conozco a todos y sé que sus carreras son similares o más extensas que la mía.

 

 

En suma, era una oportunidad de juntar mucho talento. 

 

 

Rafael Monroy nos mencionó que, por nuestra seguridad, íbamos a contar con todas las facilidades. Yo solicité un oficial de policía que estuviera en el lugar donde iba a hacer mi trabajo, ya que muchos estábamos sobre la avenida, por lo cual era muy fácil tener un accidente. 

 

 

Sus respuestas siempre eran “aquí lo que quieran, aquí no hay carencias”.

 

 

También pedimos equipo de seguridad llamado “línea de vida”, es una cuerda gruesa que va amarrada a un edificio o estructura, por un lado, mientras que por el otro nosotros estamos atados a un arnés. La línea de vida nos salva en caso de que los andamios donde estamos pintando se caigan.

 

 

Se nos contrató por alrededor de 30 días, con hospedaje. Rafael nos comentó que tendríamos todas las comodidades, con cuarto particular, internet y área de trabajo; todo ello fundamental para nuestra labor. Además, se nos ofrecieron las 3 comidas del día.

 

 

Con respecto al transporte, se nos dijo que se pagaría todo, incluyendo boletos de avión y transportes de taxis o Uber. En mi caso sí fue necesario, porque vivo fuera. A grandes rasgos, todo eso se acordó.

 

 

Todo se escuchaba muy bien, así que acepté.

 

 

Cuando llegué a la CDMX, me reuní con mis compañeros. En carro hicimos el viaje a Atlacomulco. Ahí fue cuando comenzaron las cosas extrañas, porque Rafael Monroy nos dijo que aseguráramos que nos habían recogido en el aeropuerto, pidiéndonos que mintiéramos para poder cobrarle los boletos al Ayuntamiento de Atlacomulco.  (*Como comentario sobre este punto, d´interés cuenta con copia de las cotizaciones a aerolíneas que se intentaron hacer pasar como pagos de boleto de avión).

 

 

El recibimiento fue muy agradable. Los primeros problemas surgieron cuando le preguntamos sobre el muro que nos tocaba y el equipo que íbamos a utilizar. Se notaba que no estaba preparado y respondía con evasivas, sólo pedía que no nos preocupáramos.

 

 

Esa noche, nos comentó que le habían cancelado en el lugar donde supuestamente nos íbamos a hospedar, pero que ya nos había conseguido una casa. Cuando llegamos, el lugar era horrible. Era una casa abandonada que se estaba cayendo, el piso sucio y las paredes estaban llenas de moho, un solo baño sucio y descuidado para todos, sin agua caliente ni gas. Éramos 25 personas en una casita, sobre colchones inflables y, además, nos dieron una cobija por cuarto. A unos compañeros que son pareja les dieron “privacidad” en un cuarto sucio, les pusieron una tabla sobre 4 tabiques y por colchón una cobija.

 

 

No era nada de lo que se nos prometió. 

 

 

El día siguiente comenzó con que no había material, ni andamios, las paredes no estaban preparadas. Perdimos todo un día esperando, porque no había personal, ni material. Rafael Monroy comenzó a mostrarse más grosero en sus respuestas, aunque pensamos que era normal que a veces hubiera un poco de desorganización en los festivales. 

 

 

El día 2, en la noche, tuvimos una reunión los artistas con su equipo, en la que les mencionamos nuestras inquietudes por el hospedaje, por la falta de materiales, y hasta de lo básico. Rafael Monroy comenzó a resolver al menos lo inmediato, aunque en todo momento culpaba al Ayuntamiento, diciendo que todo esto sucedía porque no le daban dinero. 

 

 

Para que ya no estuviéramos en esa casa abandonada, el presidente de Atlacomulco nos pagó unos cuartos de hotel. Ahí estuvimos unos 4 días. En ese aspecto el Ayuntamiento se movió rápido.

 

 

Cuando pudimos trabajar, nos dimos cuenta de que no nos iban a dar lo que necesitábamos. Las líneas de vida, tan importantes, nunca nos las proporcionaron. Los policías no llegaban con regularidad. Eran amables, pero se notaba que ni siquiera estaban al tanto del proyecto. 

 

 

Con el paso del tiempo, Rafael Monroy tomó una actitud molesta, agresiva. Hasta vengativa. Decía que los artistas nos habíamos juntado para sabotearlo. Varios de los artistas optaron por irse. Sólo terminaron, a veces bajando la calidad del trabajo, con tal de ya no tratar con él.

 

Es suficiente para darnos cuenta de la mala organización de este festival, mencionar que el mismo equipo de Rafael puso los andamios, aunque no tenían conocimiento de ello, de modo que la estructura se cayó. Por suerte no hubo accidentes en ese momento. Cuando se le comentó sobre esto, ni siquiera fue bueno para ofrecer una disculpa. Se notó su molestia como si fuera culpa de los artistas.

 

 

Personas de su equipo comenzaron a hacer comentarios en plan de burla, diciendo “qué nenas son, ¿a poco no pueden hacerlo sin andamios?, si se caen no les pasa nada”. Lo peor es que, después, un compañero artista sí se cayó y lastimó un brazo. Por eso son importantes las líneas de vida, porque hasta ellos pudieron tener una situación grave si el accidente hubiera sido mayor. 

 

 

Cuando les decíamos que por causa de un accidente podían tener este tipo de problemas, uno de ellos respondió “a mí no me pasa nada, tengo palancas y me sacan de volada”. Eran actitudes de menospreciar nuestra seguridad.

 

 

Al final, Rafael Monroy comenzó a tomarle mucho menos interés al festival. De los 25 artistas que comenzamos sólo quedaban 15, así que comenzó a bajar hasta la calidad y regularidad de la comida. Ya nos mandaban muy tarde los alimentos. Él hacía comentarios despectivos. En una ocasión, cuando estábamos cenando, de plano dijo que ya lo teníamos harto. Ya ni siquiera tenía discreción en lo que decía.

 

 

Los apoyos, si al principio eran escasos, al final simplemente nos los negaba. Ante cualquier solicitud, Rafael decía que ya no podía apoyarnos de ningún modo. 

 

 

Los últimos 10 días fueron un caos. Entre el mismo equipo de Rafael hubo problemas y discusiones. Lo sé porque además se peleaban frente a nosotros. Para colmo, Rafael Monroy se desapareció, de modo que no había con quién arreglar las cosas. Sólo se quedaron 2 personas; una de ellas la señora que nos hacía de comer, de quien sólo tengo buenos comentarios, porque ella, en lo que podía, de verdad que nos ayudó.

 

 

Pero por parte de Rafael, hasta a su mismo equipo abandonó dejando que ellos se arreglaran como pudieran. 

 

 

La verdad, todo se redujo a un trabajo de profesionalismo. Por profesionalismo seguimos hasta terminar. De manera personal, tuve que hacer autogestiones para todo. Cuando terminé, lo único que hubo fue indiferencia, así como de “qué bueno, y ya vete”.  

 

 

Varios artistas, cuando se fueron, tuvieron que pagar el transporte con sus recursos y como pudieron.

 

Ya cuando los artistas finalmente estábamos en casa, buscamos a Rafael Monroy para que nos pagara lo que estaba pendiente. Comenzó a dar largas y, como siempre, se desaparecía, hasta que de manera altanera dijo “a mí ya me tienen harto, no me molesten con eso. Vayan a buscar al Ayuntamiento”. Pero el problema es que el trato lo hicimos con él, no con las autoridades. 

 

 

Como artistas, todos nos reunimos con personal del Ayuntamiento de Atlacomulco para ver cómo se iba a arreglar este asunto. Al principio se sorprendieron porque, aseguraron, todo el dinero ya se le había dado a Rafael, de modo que no sabían por qué no se nos había pagado. 

 

 

Lo peor es que hasta a las autoridades se les escondía y terminó contestándoles que no iba a pagarnos nada. Tenemos un audio donde Rafael dice que primero va a pagar sus gastos, sus cosas y, al final, si alcanzaba, les daría su dinero a los artistas. 

 

 

Al menos en mi percepción, el Ayuntamiento no se quiso manchar con esta situación y se portaron bien.  El presidente Roberto Téllez hizo una reunión virtual con nosotros y nos ofreció una disculpa, pidiendo tiempo para pagarnos. Pasó tiempo, pero sí nos dieron nuestro dinero por honorarios. Lo peor es que el Ayuntamiento de Atlacomulco tuvo que pagar dos veces por estos murales.

 

 

Creo que las autoridades no son culpables por lo que nos pasó a los artistas. Fue Rafael Monroy quien se hizo pasar por una persona que sabía del tema y le importaba, y al final resultó que no entiende nada. Sólo el tema de los viáticos ya no fue cubierto, porque Rafael no nos pagó y el Ayuntamiento no podía darnos ese recurso porque no había forma de comprobarlos. Fue dinero perdido.

 

 

Esa es mi experiencia. A otros compañeros les fue peor: uno se accidentó, a otros, Rafael los corrió. Cuando se molesta, no logra separar lo profesional de lo personal. Abusa porque nosotros, como artistas, no tenemos apoyos del gremio, sindicatos ni nada de eso.

 

 

Si alguien como él lucra con el arte, y además la gente no lo sabe, puede seguir haciendo lo mismo, hasta que de verdad genere un problema mucho más grande”. 

 

 

¡Ja!...contratitos a mí…”

 

 

Para validar la relación que dio como resultado este festival, las autoridades municipales firmaron el contrato de prestación de servicios No. DAA/RP/AD/CIHJ71/01/2020, mismo en el que se especifica cómo se coordinó el Ayuntamiento de Atlacomulco con la Constructora Interamericana HERMON S. de R.L. de C.V. para la elaboración de distintos murales. 

 

 

Por brindar más detalles, la fecha en que se signó corresponde al 1 de julio de este año, justo al inicio del “Festival de Arte Urbano y Ciudad Muro por Muro”.

 

 

Ahora bien, es preciso subrayar que en este documento se especifica que, para la contratación de esta empresa, se echó mano de recursos contemplados en el Presupuesto de Egresos 2020. Es decir, al menos en el papel, de inicio no tomaron recursos propios del Ayuntamiento para comenzar con esta actividad.

 

 

Sin embargo, hay algo de evidente interés en la parte destinada al proveedor. Quien firma como representante de HERMON es Francisco Hernández Monroy, misma persona que se obliga asumir este trabajo sin cederlo a ninguna otra empresa u organismo.

 

 

La cita es textual y pertenece a la quinta cláusula del contrato; en ella se especifica: “EL PROVEEDOR SE OBLIGA A NO CEDER A TERCEROS SUS DERECHOS Y OBLIGACIONES DERIVADAS DE ESTE CONTRATO, SALVO QUE EL MUNICIPIO LO AUTORICE EXPRESAMENTE” (sic). 

 

 

En ese mismo apartado, también se subraya que “EL PROVEEDOR SE COMPROMETE A AVISAR POR ESCRITO A EL MUNICIPIO SI EXISTEN CIRCUNSTANCIAS QUE PUDIERAN AFECTAR EL CUMPLIMIENTO DEL PRESENTE CONTRATO” (sic).

 

 

Ambas obligaciones fueron violadas flagrantemente y a ojos vistos. De inicio, porque Francisco Hernández Monroy no fue quien asumió la responsabilidad de coordinar a los muralistas invitados, sino Rafael Hernández Monroy, quien también forma parte, como socio, de HERMON.

 

 

Lo ilegal es que Rafael Hernández Monroy hizo firmar a los artistas un contrato a nombre del colectivo 3x2+1, hecho que, por sí mismo, bastaba para rescindir el contrato; porque en el acta constitutiva de HERMON –de la cual d´interés cuenta con una copia- nunca aparece este colectivo como parte de la empresa constructora.

 

 

De igual modo, al Ayuntamiento de Atlacomulco nunca se le dio a conocer –ni por vía verbal, ni por escrita- que estaban ocurriendo distintos problemas como los vividos por los artistas en el desarrollo de su trabajo. 

 

 

Pero, ¿cómo es que aseguramos que la empresa HERMON declinó su responsabilidad y entregó facultades de forma ilegal a 3x2+1?

 

 

Este medio de comunicación cuenta con copia del contrato que dicho colectivo hizo firmar a los muralistas, mismo del que se hará un análisis en la próxima edición, en el que, de forma evidente, es posible inferir que gran parte de los recursos públicos no fueron destinados al pago de los artistas.

 

 

Así mismo, también en nuestro siguiente número, en d´interés daremos a conocer el testimonio de una persona que laboró dentro del equipo de Rafael Hernández Monroy, misma quien precisó algunas cuestiones por demás controversiales; y la declaración que realizó otro artista sobre este tema.  

 

 

Desde ahora establecemos una cita, porque este es un asunto de justicia… y de periodismo libre. 

 

 

Las fotografías que ilustran el presente reportaje son cortesía y propiedad de Rubén Garduño Hernández.