Hagamos memoria. ¿Recuerdan el 2018? Sin pandemias y sin decesos por ella, fue un año electoral justo como el 2021. Fue, también, el año en el que el PRI se derrumbó y cuando Morena ascendió como la primera fuerza nacional y municipal.

 

La entonces oposición, se centraba en distintas propuestas y declaraciones, evidenciando todo aquello que, desde su perspectiva, habían hecho mal los gobiernos municipales anteriores. Punto central de ello fue la instalación de los parquímetros. 

 

Lo sabemos, estos aparatos no gozan del favor popular y apostar por quitarlos era ganar la simpatía de miles de ciudadanos. Pero, luego de dos años de gobierno municipal, no está claro qué va a ocurrir con la promesa de retirarlos.

 

Una promesa hecha muy a la ligera, vale decir.  

 

Germen de un asunto

 

Una de las acciones que más facilidad representa, es el criticar. La mayoría de las veces, además, esto se hace sin argumentos y sin conocimiento; basta con decir que todo está mal y que –en el colmo de la candidez- todo debería estar bien.

 

Veámoslo el día de hoy con los parquímetros de Atlacomulco, tema en el que muchísimas personas opinan, discuten, señalan y manifiestan su parecer; pero en el que, en mayor medida, se desconoce el asunto de fondo y la historia del mismo. 

 

 

¿Alguien recuerda cómo eran las calles del centro cuando esta cabecera no contaban con estacionómetros? Pero, que no existieran estos aparatos no significaba que no estuvieran contemplados en el futuro. 

 

 

Veamos, por ejemplo, el Bando Municipal publicado el 5 de febrero del 2009. Justo durante estos días se cumplen 11 años de su emisión. En él, dentro del artículo 88, se puede leer lo siguiente: “Es facultad del Ayuntamiento, dentro de sus atribuciones, el control y vigilancia de la ocupación de las vías de comunicación de competencia municipal(…) así como (…) coadyuvar en la (…) colocación o retiro de parquímetros”.

 

 

Es decir que las autoridades municipales, desde hace más de una década, ya tenían contemplado colocar estos aparatos en virtud de los beneficios que, presuntamente, tenían para la convivencia social.  

 

 

De igual modo, y esto también hay que decirlo claramente y sin rodeos: los parquímetros son una fuente de ingresos bastante importante para el gobierno local. Dinero que, en el mejor de los casos, se utiliza para obras o servicios en beneficio de la ciudadanía.

 

 

Aunque de ello no tenemos precisión. 

 

 

Y ustedes, ¿qué quieren? 

 

 

Saltemos del 2009 al 2020. Año ingrato que nos dejó pérdidas de distinto tipo, es cierto; pero durante el cual se dio una declaración que generó muchas opiniones e hizo levantar varias cejas. 

 

 

Durante el desarrollo de su segundo informe de gobierno, el presidente municipal de Atlacomulco, Roberto Téllez Monroy, enunció que, con respecto al tema de los parquímetros, había que desarrollar una consulta ciudadana donde se determinara la permanencia o retiro de dichos aparatos.

 

 

La fecha, además, para realizar esta consulta sería durante el mes de enero del 2021, esto en el entendido de que, al menos al momento en que se redactan estas líneas, no se realizó dicho ejercicio y tampoco se estableció otra fecha alternativa a ello. 

 

 

Pero, más allá de esta cuestión, lo cierto es que el alcalde Roberto Téllez enunció cuatro aspectos sobre los estacionómetros que vale la pena rescatar. 

  • Que a lo largo de estos más de dos años de gobierno, se ha retirado alrededor del 25 por ciento de los aparatos, aunque esto se debió más por la obsolescencia de ellos.
  • Que los mismos comerciantes del centro de Atlacomulco son quienes solicitan que NO se retiren los parquímetros. 
  • Que el retiro de los estacionómetros dañaría mas que beneficiar al Ayuntamiento de Atlacomulco, ya que de ahí se reciben importantes ingresos que han sido utilizados para cubrir necesidades públicas o brindar servicios.
  • Que existe una deuda por estos aparatos, misma que no se ha cubierto y que, en caso de que no se sigan generando recursos por parte de los parquímetros, dicha deuda igual tendría que absorberla el Ayuntamiento con dinero tomado de otros rubros. 

 

Precisamente por ello, es que se vuelve necesario entender qué tan bueno o tan malo es que se retiren estos aparatos de las calles.

 

Es un asunto en el que debe reflexionarse con base en el beneficio colectivo y no desde un punto de vista particular, por lo que aquí van estos datos…

 

 

Del mito de Fidel a la promesa de Roberto

 

 

Existen personas que, por necesidad puramente social, reúnen en sí toda teoría de conspiración y se convierten en el centro de cualquier trama llena de maldad. Son “el villano favorito” por excelencia.

 

 

A nivel nacional, sin duda que el ejemplo más relevante es el expresidente Carlos Salinas de Gortari, a quien se le acusa de todo mal y todo perjuicio dentro de la política nacional.

 

 

Salvando las proporciones, en Atlacomulco, durante mucho tiempo, esta figura central de toda conspiración fue el ex alcalde Fidel Almanza Monroy, a quien en el imaginario público solía colocarse como una especie de ser todopoderoso en la política local.

 

 

Por supuesto, nada de ello era realidad, pero fue explotado hasta el cansancio por detractores y por quienes deseaban construir una carrera político-electoral basada en la “búsqueda de justicia”.

 

 

Parte de ese mito era -y en algunos sectores lo sigue siendo- que los parquímetros instalados durante el trienio de Almanza eran, en realidad, de su propiedad. Un negocio redondo en que sólo él ganaba y perdíamos todos, como fruto del acuerdo de Cabildo signado el 8 de diciembre del 2010.

 

 

Para eliminar esa afirmación, el mismo Ayuntamiento de Atlacomulco dio a conocer en el contrato en signado en 2011 con la empresa denominada “Grupo Jisilhad S.A. de C.V.”. Bajo el esquema de arrendamiento, Jisilhad se comprometía a colocar distintos parquímetros, recibiendo por ello el 70% de ingresos que se obtuvieran por el uso de los aparatos, dejando el 30% restante al gobierno local. 

 

 

Así mismo, de los ingresos que se generaran por el concepto de multas, los porcentajes funcionarían a la inversa: 70% para el ayuntamiento y 30% para Jisilhad. 

 

 

De este modo, a lo largo de gobiernos municipales encabezados por Arturo Vélez Escamilla y Anna María Chimal Velasco, se decía, una y otra vez, que los estacionómetros eran un negocio particular por el que todos estábamos pagando. No importó que, como se dio a conocer oportunamente, se municipalizara el servicio durante el gobierno del Mtro. Vélez. 

 

 

Incluso, conviene recordar que, como parte del mensaje emitido durante su segundo informe de gobierno, durante diciembre del 2014, Arturo Vélez Escamilla destacó que se había contratado un crédito ante BANOBRAS por 20 millones de pesos, recursos utilizados para municipalizar el sistema de estos aparatos y para renovar el alumbrado público.   

 

 

Pero, por motivos de sobra conocidos, convenía más creer que, la instalación de los parquímetros “era un fraude” que distintas administraciones priistas solapaban. 

 

 

Todo cambió durante el 2019 con la llegada de un gobierno petista-morenista a Atlacomulco.  Una vez que otro gobierno fuera del priismo tuvo la oportunidad de dirigir el destino de los ciudadanos, una de las primeras mentiras que se desmontaron fue que los parquímetros le pertenecieran a un particular. 

 

Rescatamos las afirmaciones que el titular de la Coordinación de parquímetros, José Rogelio Munguía Ayala enunció durante la entrevista realizada por d´interés en la edición 641 (29/02/2019), de la que es conveniente citar dos afirmaciones. 

 

 

La primera, con respecto a la leyenda de que estos aparatos son propiedad de Fidel Almanza, esta fue su respuesta: 

 

 

  -Los aparatos, en su totalidad, son del ayuntamiento. Los ingresos son para el ayuntamiento. Ninguna persona recibe parte de ello. Creo que la idea de que son de alguien en especial, fuera del ayuntamiento, se debe a la falta de información. Una percepción errónea que debemos cambiar.

 

Y la segunda de sus afirmaciones, tiene que ver con el modo en que se perciben las cosas una vez que se forma parte del servicio público. Particularmente con respecto a la permanencia o retiro de los parquímetros, aseguró:

 

 

-El quitarlos es una promesa de campaña, así que el ingeniero (Roberto Téllez) tiene que dar cumplimiento o, en su caso, si la opción recaudatoria es beneficiosa, mantenerlos en algunos lugares. Como ciudadano, yo tenía una visión que ha cambiado al estar dentro del gobierno. De manera personal, pensaba que era necesario quitarlos, pero ahora es distinto. Los mismos comerciantes nos piden que no los retiremos porque con eso tienen espacio para sus clientes.

 

 

Es decir, hasta un antiguo opositor a estos aparatos terminó convencido de su utilidad. 

 

 

¿Qué piensa Téllez? 

 

 

Probablemente, ustedes tengan la costumbre de guardar en sus casas la propaganda electoral que se distribuye durante la época de elecciones. Si es así, quizá tengan la oportunidad de revisar el tríptico que en su momento distribuyó el hoy alcalde Roberto Téllez Monroy.

 

 

En la publicidad del entonces candidato, se destacaban 29 propuestas, pero la que nos interesa en particular es la que ocupa el punto número 7, misma en la que se mencionaba: “Hacer transparente el monto de dinero de los parquímetros, destinarlo a créditos para negocios que operen en Atlacomulco, así como también para apoyar las artes y los oficios, al igual que a los grupos vulnerables de nuestra sociedad”.

 

 

Esto, por sí mismo, es un contrasentido, porque no es posible retirar los parquímetros (como lo prometió) y, al mismo tiempo, tener planes para destinar los ingresos que estos aparatos generan (como lo propuso). De este modo, podemos preguntarnos cuál es la intención particular del alcalde. 

 

 

De una cosa podemos estar seguros: si el presidente Roberto Téllez pudiera volver en el tiempo, sin duda que le exigiría al candidato Roberto Téllez que fuera más cuidadoso con ese tipo de promesas que, a final de cuentas, dañan más que beneficiar al gobierno municipal.  Sobre todo, y como cosa irónica, teniendo en cuenta que es durante esta administración cuando se reubicaron algunos de estos aparatos, hecho que generó nuevas controversias.

 

 

Rescatando de manera textual las frases que sobre el tema enunció el alcalde durante su segundo informe, podemos reconstruir su opinión personal sobre los parquímetros, entre las que se subrayan las siguientes: 

 

 

-Hoy me reclaman en las redes sociales. Les he dicho que se ha retirado casi el 25% de los parquímetros. Sin embargo, quiero comentar que se han acercado comerciantes del centro y nos piden que no se retiren.

 

 

-El principal argumento por el que no se han retirado, es por lo siguiente: se deben más de 9 millones de pesos de parquímetros (sic), es una deuda desde 2013 que se ha postergado. Sería una irresponsabilidad quitarlos. 

 

 

-(Retirarlos) nos imposibilitaría hacer Obra Pública para nuestro municipio, sin embargo, si la ciudadanía dice que se quiten, lo hacemos, pero el costo social, y el costo económico, tendrá que ser absorbido para pagar la deuda.

 

 

-Tenemos otra opción y creo que es lo más importante. Debemos hacer transparente el uso de los recursos. Cuando esto no sucede, la ciudadanía duda. Podemos transparentar. Creo que, cuando se instalaron, fue un abuso, porque se colocaron en todos lados, pero hoy hay oportunidad de que se transparente este recurso a través de un Consejo para que la ciudadanía sepa cuánto se recauda y en qué se invierte.  

 

 

Con todo lo anterior es más que obvio lo que el alcalde tiene en mente: por él, que se queden. 

 

 

¿Quién gana con retirarlos? 

 

 

Cada que el tema sale a cuento, uno de los reclamos más recurrentes es el siguiente: deben quitarse todos los parquímetros porque es una promesa de campaña hecha por el actual presidente.

 

 

Pero, de ello se desprende una pregunta que, bien a bien, no se ha podido responder en todo este tiempo, ¿cuál es el beneficio colectivo que se obtiene con que se retiren todos los parquímetros? 

 

 

Porque beneficios sociales al mantenerlos, por supuesto que existen. De los ingresos por estacionómetros y por multas se recaudan alrededor de 4 millones de pesos anuales, según distintas estimaciones hechas públicas por la Tesorería municipal. De esto se desprende que, en el fondo, el problema radica más en la transparencia y buen uso de estos recursos, que en la permanencia o no de los parquímetros. 

 

 

Así, consideramos que es muy válido preguntarnos ¿quién gana si se retiran los estacionómetros de las calles en Atlacomulco?

 

 

La réplica, también es automática: gana el individualismo. 

 

 

Sí, ganan los conductores que podrán ahorrarse unas monedas y, a cambio, dejar todo el día su automóvil ocupando la vía pública, en detrimento de cualquier otra persona que busque un lugar para estacionarse. Ganan los taxistas que, de por sí, podrán ampliar aun más sus bases. Ganan quienes hoy en día ocultan sus placas ante “la injusticia” de que les cobren por usar un bien público. 

 

 

Y es que, cualquiera que pida el retiro de los parquímetros, por extensión está solicitando que se cancelen todos los beneficios que de ellos se derivan.

 

 

Ahora bien, existe una verdad incontestable: a los ayuntamientos pasados, y al actual, les ha faltado muchísimo en materia de transparencia. Con el hecho de que no se sepan –o no quieran- dar detalles con precisión, por supuesto que no hacen mas que fomentar la sospecha que, de por sí, genera cualquier político, sea del partido que sea.

 

 

Por ello, a la espera de que se concrete la consulta pública que se llevará a cabo, quizá, durante febrero, es muy importante valorar qué es lo que queremos para nuestras calles. La anarquía anterior o el orden –imperfecto, pero orden al fin- de estos últimos años.

 

 

Antes de terminar con este tema, vale la pena traer a la memoria el ejercicio que d´interés realizó sobre la permanencia o no de los parquímetros en las calles. A favor de que se quedaran, opinó un 46 por ciento. La propuesta de que se retiraran sumó un 54 por ciento. 

 

 

Pero, a la interrogante del por qué deberían eliminarse, la ingenua contestación siempre fue: “porque es una promesa de campaña”. Inocente manera de reconocer la falta de argumentos propios.

 

 

Por eso, la pregunta sigue abierta: ¿qué beneficio real y colectivo, y no solo individual, ganamos con que se retiren los parquímetros? 

 

 

Si alguien tiene la respuesta, es hora de saberlo.